Amistades

I

Una de las barajitas que viene incluida en el paquete de los inmigración, es la del desapego. Así los padres inmigrantes se empeñan en implantar desde muy temprano en la vida de sus hijos la idea de que lo único confiable en el mundo es la familia. Así aprendí desde pequeña a desconfiar de todos y no depender de nadie. En casa nunca fuimos amigos del amiguerismo. A mi mamá no le gustaba que vinieran “extraños” a la casa y tampoco le agradaba mucho que yo fuera a “molestar” a casa de otros. Así que las amistades del colegio se limitaban al horario escolar y alguna que otra piñata. Sin embargo esa carencia en cantidad significó el privilegio de contar con el compañerismo, la camaradería y el cariño concentrados en pocos pero muy cercanos amigos. Los amigos de mi infancia, cuyos nombres puedo sostener entre los dedos de mis manos, eran tambien hijos de inmigrantes que a fuerza de soledad y morriña compartida se convirtieron en hermanos de la vida. Así los nacidos en esta tierra de gracia crecimos como primos y hermanos, jugando a la ere y al escondite mientras los viejos hablaban de sus cosas y jugaban cartas. Entre parrillas y tortas de cumpleaños ese pequeño círculo fue creciendo, fortaleciéndose y ensanchándose, añadiéndose familiares y novios, ahijados, hermanos de la esposa y sobrinos. Hoy en día muchos vemos con alegría como los hijos de nuestros amigos, se convierten en los amigos de nuestros hijos. A pesar de que cada quien escogió un camino distinto, nos une ese lazo indisoluble de la historia compartida y de la solidaridad incondicional, y sabemos tácitamente de su presencia en la distancia y compartimos tanto la alegría de ver sueños infantiles hechos realidad, como la añoranza de aquellos días sencillos pero felices.

 

II

La llegada de la adolescencia cambia muchas cosas, y con un criterio propio recién descubierto entendemos que no siempre estás de acuerdo con tus padres. Así descubrí que mas allá de las paredes de nuestro apartamento en La Candelaria, había un montón de personas, personalidades, historias y puntos de vista distintos e interesantes. Vinieron cambios de Colegio y de amigos. En bachillerato la vida se llenó de niñas soñadoras que empezábamos a interesarnos en los muchachos, la moda y el maquillaje. Llenabamos cuadernos de versos cursis, autógrafos y calcomanías de Hello Kitty, mientras compartíamos los audífonos de un Walkman. Amigas que nos sentíamos poderosas desafiando la vigilancia de las monjas para irnos a tomar un refresco en la esquina y ensayabamos nuestra feminidad con torpes coqueteos con los muchachos de los colegios cercanos. Muchachitas que se creían adultas discutiendo de temas que empezaban a ser mas importantes que las barbies: como se besa en la boca, como se pone un tampón, como se fuma, como se conquista a un chico. Horas de conversaciones importantisimas que generaban batallas campales con nuestros padres agobiados por facturas telefónicas. Epoca de convivencias de fines de semana donde todas nos perdonábamos los pecados abrazándonos entre lagrimas, para volver el lunes a  las intrigas típicas de la edad, la envidia, los chismes y los grupitos de siempre.  Momentos del primer amor, del primer corazón roto, del primer sostén, del primer dolor de vientre, de la primera duda frente al espejo. Tambien de la primera despedida de una amiga que se fue a España con la vida en dos maletas. Amigas “para siempre” que en muchos casos no nos volvimos a ver al salir del colegio, y que ahora gracias a las maravillas de la tecnología nos hemos vuelto a poner en contacto arropadas con una cobija de añoranzas y recuerdos.

 

III

La amistad cobró una nueva y desconocida dimensión para mi en la universidad. Allí conocí a mis amigos de vida, los que de verdad han sido para siempre. Por primera vez me sentí realmente aceptada y querida, me sentí normal y me atreví por primera vez a ser quien era sin tapujos y sin miedos. Los galpones que albergaban los salones de clases y laborartorios constituían un oasis lleno de locos, idealistas, comeflores, poetas y músicos, que cantábamos a todo pulmón y con orgullo aquellos versos de Serrat que dicen “Mis amigos son unos atorrantes”. Gente a la que le interesaban las mismas cosas que a mi, aunque el resto del mundo no nos entendiera. Compañeros de informes en la salita de lectura, de interminables horas de laboratorio, de almuerzos en el cafetín, de clases aburridas y divertidas, de cafecitos tempraneros, de cine una vez a la semana, de libros prestados. Gente a la que quiero con toda mi alma y que a pesar de que la vida nos separe por temporadas, siempre que nos encontramos es como si no hubiera pasado el tiempo. Personas a las que con el paso del tiempo admiro y respeto mas, porque se han mantenido fieles a sus principios y aspiraciones a pesar de todo. Gente firme, humana, solidaria como ningún otro, con la que sé que siempre puedo sentarme y tener cosas interesantes de que conversar, lejos de los lugares comunes y las quejas cotidianas. Verdaderos filósofos de corazón, dispuestos siempre a mostrarme un punto de vista distinto al mio, sin hacerme sentir que alguno de nosotros se equivoca. Aquellos a quienes les abri mi corazón, aceptando a regañadientes las verdades que quizás no quería escuchar. De ellos aprendí sobre todo que la amistad significa tambien dejar ir y dejar ser, aplaudir desde lejos algunas veces, y aceptar con amor lo que no nos gusta. Con ellos conocí por primera vez el profundo valor de la amistad verdadera, y su influencia en mi significó un aprendizaje cuyas semillas aun veo florecer a diario.

 

IV

A lo largo de los años la vida me ha regalado una gran variedad de amigos: Los amigos de Londres que fueron familia, colegas, consejeros y testigos de mi crecimiento. Los amigos del gimnasio con los que la diversión, las bromas y los paseos hicieron que volver a Caracas fuera mas sencillo y gracias a quienes conocí al mejor amigo de mi vida, mi esposo. Los compadres que vivieron mi primer embarazo casi como si fuera propio. Los amigos del trabajo y los alumnos que se convirtieron en amigos, con los cuales soñé muchos proyectos y realice alguno. Los del colegio de los niños, los del twitter, los del Facebook. Algunos mas cercanos, otros de ocasión, otros por obligación, y sin embargo tambien indispensables en la vida, enseñandome en cada situación algo que necesitaba aprender acerca del mundo o acerca de mi misma. Algunos acompañándome en un tránsito, otros disfrutando alegrías y triunfos, llorando a mi lado, compartiendo el miedo y la felicidad. Cada uno ha marcado mi vida y mi viaje, y me ha dejado algun aprendizaje. A muchos no los volveré a ver nunca, y está bien. A otros los sigo de lejos. Pero todos han sido importantes para mi, pues cada uno de alguna manera han sido parte de este andamio sobre el cual voy trepando la vida.

Recientemente la vida y el destino me ha juntado con una amalgama maravillosa de personas, que irónicamente, a pesar de haberse unido alrededor de las palabras, significan algo mucho mas grande de lo que pueda expresarse con ellas. Un grupo que comenzó siendo una casa de miércoles en la noche, un refugio de letras, pero que con el paso del tiempo se ha convertido en esencial compañía diaria, consejos acertados, analistas políticos, psicólogos, catársis y esperanza. Pero sobre todo en una fuente de sentimientos compartidos que me devuelve a lo esencial del venezolano. Personas tan distintas entre si como es posible serlo, en ocupación, origen y edad, pero todas con su estilo particular  de luminosidad y talento. Amigos que se han convertido en ancla en un país que parece ir a la deriva. Un cable a tierra que me recuerda que aun es posible que haya luz al final de este túnel. Ellos me han aceptado como si me conocieran de siempre, no solo a mi sino a mi familia, con una generosidad que me llena el alma de agradecimiento y el corazón de amor.

No se que nuevos amigos me esperan en el camino. Con el tiempo uno se vuelve mas selectivo con la gente con quien se rodea y a quien deja entrar en su vida, y quizás eso significa perder la oportunidad de conocer nuevas personas. Pero la vida tiene una manera mágica de poner en nuestro camino los peldaños necesarios para impulsarnos hacia nuestro destino. Me siento bendecida por tener a cada uno de mis amigos en mi pasado y presente y espero que ellos atesoren mi alma como yo la de ellos, y me permitan seguir en el futuro compartiendo la aventura de la vida con ellos.

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