Tizas y mosaicos

Patronato1

Abro los ojos y salgo de mi ensoñación justo a tiempo: el Metrobús llega a su última parada y todos se ponen de pie. Bellas Artes a las 8 am es un rebullicio de vendedores y gente apurada, basura y charcos, motorizados y cornetazos. El olor a jugo de naranja se mezcla con el de orina y fritanga en la esquina. Lo humano y lo divino se apresuran hacia el metro, pisándose los talones,  intentando llegar antes que el otro. Me desvío de mi ruta una cuadra huyendo del caos y el río de prisas que pretende arrastrarme a su angustia. Cruzo por el frente de mi antigua escuela primaria. Sus paredes permanecen de pie, orgullosas, firmes. El aroma de sus pasillos, sus simétricos mosaicos coloridos y el patio de recreo me inundan la memoria, llenándome de maestras y tiza, recordándome quien fui y quien soy. Comprendo entonces que el futuro existe, y sonrío.

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