Estar con amigos es siempre un regalo que nos permite reconciliarnos con las mejores cosas de la vida. Pero cuando ese estar ocurre desde las ganas de dar y recibir, honestas y genuinas de todos los participantes, se convierte en un gozo que se extiende más allá de la excusa de la deliciosa comida, del vino, del postre y las fotos. Viajamos desde la risa a las conversaciones más conmovedoras. Regalamos consejos y recibimos opiniones, sabiendo que de ambas formas nos crece el alma. Discrepamos, pero escuchamos a todos, con respeto. Aprendemos y reflexionamos. Y nos burlamos de nuestros temores, mientras nos escapamos de la realidad soñando otro mundo, escondidos bajo la falda cómplice del Avila. Un mundo que se parezca a esta tarde de viernes de Septiembre con cielo decembrino. Un mundo como nosotros y para nosotros. Un mundo humano, amigo y generoso.